***** Número 1 en buzo, número uno en el corazón *****

09.07.2010 00:00

 

Miren, miren, que locura,
Miren, miren, que emoción;
Este es Aldo Bobadilla,
se quedó en el rojo para ser campeón.

Desde el momento mismo en que trascendió la noticia del traspaso del arquero Aldo Bobadilla al Corinthians  brasileño, empezaron a desfilar por mi mente de hincha nóminas, jugadores e íconos del Deportivo Independiente Medellín.

Al anegarse el cerebro de nombres, el alma de nostalgias y los ojos de lágrimas, de entre la lista de referentes escarlatas se destacó UNO, el ídolo del N° 1 en el buzo y el que también lleva un N° 1 en el corazón.

En ese espacio del sentimiento reservado para los  inolvidables, para aquellos jugadores que moran siempre en el corazón con una camiseta que porta un visible y  llamativo N° 1 en amor, gratitud y reconocimiento, vuelve a destacarse ese buzo N°1 con emanaciones de sangre guerrera y guaraní, con efluvios de sudor rojo y Poderoso del DIM.

Porque es en ese corazón de hincha, en donde aparecen en todo su esplendor la cintilla del capitán de la  esperanza, los guantes protectores de la fe, el buzo con el N° 1 de la ilusión. Y es ese mismo corazón de hincha, el que recibió, una a una, cual riego sagrado, las  lágrimas paraguayas que materializaron la dicha infinita de un sueño hecho realidad la cálida noche del domingo 20 de diciembre del 2009 y el llanto de un adiós  protocolizado en la fría y dolorosa mañana del miércoles 7 de julio del presente año.

Y es, igualmente, ese corazón de hincha el que sintió,  desde el instante mismo de su debut con el Medellín, en septiembre del 2007, como Aldo se convertía en celoso y aguerrido guardián de sus anhelos, en cancerbero de sus sueños, en centinela de sus ambiciones. Pero también ese corazón se abrió, gozoso, para recibir al  amigo que se identificó con sus penas y alegrías, al compañero fiel de sus frustraciones y esperanzas, al  aliado de todos sus ideales.

Si. Es ese corazón de hincha que en este momento se  funde en la dichosa remembranza de una gesta, la  incontenible pena de un adiós y la gratificante esperanza de un no lejano regreso.

Y aunque la brújula del destino le señala hoy otro norte a nuestro valeroso capitán escarlata, no habrá variaciones en el rumbo del sentimiento. Con ese N° 1 que identificó su buzo en la cancha, se identificará también en nuestro  rojo corazón.

Miren, miren, que locura,
Miren, miren, que emoción;
Este es Aldo Bobadilla,
se quedó en el rojo para ser campeón.

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