El corazón puso a prueba la voluntad de Johnnier

21.10.2012 09:10

El defensor del DIM estuvo parado ocho meses por un supuesto problema arterial. Hoy retorna a la línea roja para duelo ante Tolima

 

Su mente aún recuerda con claridad ese enero de 1995 cuando fue campeón del Ponyfútbol con el equipo de Urabá. Y cada que hace un pique evoca su pasado de atleta e integrante de las selecciones Antioquia, con cuya camiseta ganó varias medallas practicando el decatlón.

El deporte ha sido la vida de Johnnier González , el moreno y defensor grandote del Independiente Medellín (1,83 metros de altura y 41 de zapato) que todavía se pregunta por qué en 2008 el corazón casi le juega una mala pasada que, por poco, lo saca del fútbol luego de pelear una final con el Bajo Cauca, debutar en la A con Envigado y probarse en el Colón de Argentina.

Poco habla del tema, solo lo hace para agradecerle a Dios por el aviso que le dio.

“Había elegido el fútbol, dejando de lado el atletismo en el que me iba bien. Quería labrarme un mejor estilo de vida”.

Sin embargo, recuerda que cuando jugaba en el Independiente Santa Fe el médico de ese club le advirtió que se cuidara, porque, de un momento a otro, su corazón podría fallarle. “Me dijo que tenía problemas en las arterias, debido al consumo de tabaco y grasas, dos cosas de las cuales siempre me he cuidado, porque ni fumo”.

Esa voz de alerta le hizo frenar en seco su actividad futbolística por espacio de ocho meses. Le practicaron toda clase de exámenes, pruebas de resistencia y le mandaron dietas especiales. Todas las indicaciones las cumplió al pie de la letra y pese a que los galenos le recomendaron no volver a practicar el fútbol para evitar problemas, retornó a la actividad en 2009 y hasta integró una Selección de Colombia, en calidad de convocado del equipo cardenal. Luego, fue figura en el Huila y ahora juega con el DIM.

En vez de un problema cardiaco, Johnnier cree que ese inconveniente fue un llamado de Dios invitándolo a jugar el fútbol con más amor y pasión. Eso, asegura, es lo que le sobra ahora en el conjunto rojo en el que se puso, como meta, clasificar a los cuadrangulares.

Ese Johnnier, que en su época de chico jugó de lateral, le funciona tan bien el corazón que en la zaga roja infunde respeto y sus compañeros respiran tranquilos sabiendo que lo tienen al lado. “Desde que volví al fútbol me propuse hacerme notar con mi profesionalismo, responsabilidad y compromiso, valores que pongo a favor de todos los equipos en los que actúo”, señala este jugador, cuyos dos principales amores son Sindy Milena Ortiz , su esposa, y Johnnier Júnior , su pequeño hijo de cinco años.

En lo deportivo, González les pide a sus compañeros no desfallecer para que el Medellín vuelva al grupo de los ocho y para que los seguidores del club no los abandonen.